El petróleo perfora el territorio: desafíos de urbanizar sobre Vaca Muerta
El boom la fiebre petrolera trae crecimiento, pero sin planificación urbana, las ciudades colapsan mientras la desigualdad y el déficit habitacional marcan la cancha.
Vaca Muerta. Ese nombre que suena casi poético, pero que es sinónimo de la mayor promesa energética de Argentina y, al mismo tiempo, de los dilemas urbanos, ambientales y económicos más complejos que enfrenta el país en la actualidad. Porque no nos engañemos: detrás de los titulares sobre récords de extracción, inversiones millonarias y autoabastecimiento energético, se esconde una dinámica mucho menos glamorosa: una urbanización desordenada que amenaza con repetir los errores históricos de otros enclaves extractivos.
La fiebre del shale y el crecimiento sin brújula
Desde que se confirmó el potencial de Vaca Muerta en 2011, la Cuenca Neuquina se convirtió en epicentro de expectativas, controversias y movimientos poblacionales. Con 30.000 kilómetros cuadrados de formación geológica, es la segunda reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo no convencional, según la EIA de Estados Unidos (2023).
Hasta aquí, el dato energético. Pero ¿qué pasa en la superficie? La producción hidrocarburífera trajo consigo una explosión demográfica y urbana sin precedentes, especialmente en ciudades como Añelo, epicentro operativo de la región. Según el último censo, Añelo pasó de 2.600 habitantes en 2010 a más de 10.000 en 2023, con proyecciones de duplicarse en los próximos cinco años. Este crecimiento no es casualidad: el sector energético generó en la provincia de Neuquén más de 130.000 empleos directos e indirectos, y movilizó inversiones por 13.000 millones de dólares solo en 2023, según el Ministerio de Economía.
¿Qué significa urbanizar sobre recursos finitos?
El problema es que la infraestructura urbana, los servicios públicos y la planificación territorial avanzan a una velocidad muy inferior a la de los equipos de perforación. Añelo, Rincón de los Sauces, San Patricio del Chañar y otras localidades enfrentan un cocktail predecible: déficit habitacional, encarecimiento del suelo, informalidad urbana, colapso de servicios y presión sobre los recursos naturales.
Por ejemplo, el valor del suelo urbano en Añelo se multiplicó por 8 en solo cinco años, y el alquiler de una vivienda básica supera en promedio los 350.000 pesos mensuales, inalcanzable para sectores no vinculados al negocio petrolero. Mientras tanto, las tomas de tierras y los barrios informales crecen a la sombra de las torres de perforación.
Lo paradójico es que hablamos de "urbanización", pero lo que ocurre se parece más a un proceso de "extractivismo urbano", donde los recursos territoriales (agua, tierra, servicios) se consumen aceleradamente, sin un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible.
Vaca Muerta: ¿bonanza económica o enclave extractivo clásico?
La literatura económica es clara al respecto: sin planificación integral, los enclaves extractivos suelen derivar en lo que se conoce como la "enfermedad holandesa" o boom colapsante. Es decir, economías locales infladas por la renta petrolera, con burbujas inmobiliarias, crecimiento desigual y, cuando los recursos se agotan o los precios internacionales caen, crisis profundas y desempleo.
En Argentina, el riesgo es real. Más allá del optimismo oficial, la falta de planificación urbana en torno a Vaca Muerta reproduce patrones conocidos:
Infraestructura deficiente: La red vial y los sistemas de transporte público están desbordados. Solo en la Ruta 7, principal acceso a Añelo, el tránsito aumentó un 230% en la última década, generando siniestralidad récord.
Déficit habitacional: El Instituto Provincial de Vivienda de Neuquén estima un faltante de más de 15.000 unidades habitacionales en el área de influencia directa de Vaca Muerta.
Tensión ambiental: El consumo de agua en la fractura hidráulica es significativo. Según el Observatorio Petrolero Sur, cada pozo consume entre 15 y 25 millones de litros de agua, presionando sobre cuencas ya vulnerables.
Desigualdad social: Mientras un sector vinculado al petróleo accede a altos ingresos, los servicios básicos (salud, educación, seguridad) para la población general se deterioran o son insuficientes.
Urbanizar con perspectiva económica y ambiental
Como economista, sostengo que la urbanización en torno a Vaca Muerta no puede quedar librada a las dinámicas del mercado inmobiliario ni a la improvisación política. Se requiere:
✔️ Planificación territorial integrada, con participación de los municipios, las provincias y la Nación.
✔️ Regulación del suelo, evitando la especulación y promoviendo acceso a vivienda digna.
✔️ Infraestructura verde y resiliente, que contemple el impacto ambiental y los desafíos climáticos.
✔️ Diversificación productiva, para que la economía local no dependa exclusivamente del petróleo y el gas.
✔️ Gestión sostenible del agua y los residuos, con control público y transparencia.
No es ciencia ficción: otros países lo han hecho. En Alberta (Canadá), las ciudades cercanas a las arenas bituminosas desarrollaron fondos de estabilización e inversión en infraestructura pública, mitigando el impacto de los ciclos económicos. En Noruega, parte de la renta petrolera se invierte en bienestar social y transición energética.
¿Y la Argentina? El riesgo de repetir viejos errores
Si no se actúa con anticipación, Vaca Muerta puede ser la postal de un déjà vu económico: grandes ingresos para pocos, deterioro ambiental, y ciudades caóticas incapaces de sostener el crecimiento. En otras palabras, un enclave extractivo clásico, donde el desarrollo termina cuando se apaga la última llama de gas.
Pero también puede ser una oportunidad para pensar un modelo distinto, donde los beneficios económicos se distribuyan territorialmente, y la urbanización sea sinónimo de inclusión, sostenibilidad y resiliencia.
Como economista, insisto: los recursos naturales son finitos, pero el ingenio para planificar el territorio puede —y debe— ser renovable.
Porque si algo nos enseña la historia es que urbanizar sin planificación es como perforar sin medir la presión: tarde o temprano, todo explota.
Fuentes: