La necesidad urgente de replantear el crecimiento
"The Future Is Degrowth" basado en el análisis de Timothée Parrique y la obra original, un libro de los que se dicen "considerable"
Por décadas, el PIB fue nuestra brújula infalible: crecimiento económico = progreso social. Pero el planeta —y la vida— no se encuadran en esa ecuación. En The Future Is Degrowth (Verso, 2022), los autores Matthias Schmelzer, Andrea Vetter y Aaron Vansintjan desmontan ese dogma, mostrando no solo que el crecimiento ilimitado es físicamente imposible en un planeta finito, sino también socialmente insostenible, desigual y patriarcal (Articulo referencial)
Desde la introducción, el enfoque de la obra es claro: no basta con mejorar las tecnologías o esperar mayor eficiencia. La raíz del problema es el capitalismo hegemónico, que impone una “metabolización” descontrolada de energía y materiales. Según cifras citadas, este metabolismo per cápita sigue creciendo en la mayor parte del mundo desarrollado, contribuyendo de forma directa a la crisis climática y a la pérdida de biodiversidad . Los autores incluso discuten cómo el crecimiento se consolidó como religión moderna desde Thatcher en adelante .
Parrique, economista y voz principal de la postcrecimiento, describe el libro como “para la degrowth lo que el IPCC es para la ciencia climática”. No es exageración: la obra revisa cinco décadas de literatura interdisciplinaria —eco-marxismo, economía feminista, críticas desde el Sur global, ecología política— en un compendio que, pese a su densidad, logra ofrecer un mapa riguroso y actual.
Más allá del diagnóstico: seis focos temáticos
La parte central del texto no se limita a criticar el crecimiento, sino a delinear objetivos posibles. Identifican seis ejes —o “clusters”— de transformación:
Democratización económica: fortalecimiento de los bienes comunes, cooperativas, control obrero.
Redistribución del ingreso y riqueza: progresividad fiscal, ingreso básico, valorización del trabajo reproductivo.
Reconversión productiva: transición de industrias extractivas hacia producción ecológicamente eficiente.
Descrecimiento material: minimizar la huella energética y física, especialmente en el Norte Global.
Repolitización del consumo: fomentar modos de vida más sustentables y comunitarios.
Tejidos aliados: alianzas entre movimientos ambientales, feministas, anticoloniales e indígenas.
No se trata de un manual de recetas, pero los autores ofrecen ejemplos concretos en cada foco: desde impuestos al carbono, prohibición de obsolescencia programada, hasta asambleas ciudadanas (citadas como iniciativas que, en Europa, han respaldado propuestas degrowth: limitar consumo energético, frenar expansión aeroportuaria, promover transporte público). Y ojo: esos mecanismos no están guardados en una caja de ciencia ficción, sino que ya existen, están probados y, en algunos casos, son exigencia ciudadana.
Estrategia: top-down, bottom-up y rupturas necesarias
¿Degrowth idealista? No tanto. El libro insiste: para que valga algo, la estrategia debe ser doble:
De abajo hacia arriba: “nowtopias”, espacios comunitarios de transición basados en cooperación, cuidados, ecología.
Desde el Estado: reformas no reformistas (Erik Olin Wright), llamadas “non‑reformist reforms”: leyes que reformen estructuras sin reforzar al capitalismo.
Y para los más energéticos: rupturas directas, desde la desobediencia civil hasta estrategias sindicales que desafíen el poder institucional. Se argumenta que sin presión social —movilización, conciencia, dirigentes— no hay reforma que valga. Es un híbrido: ni ingenuo ni utópico.
Como señaló Vetter en entrevista con Vansintjan, “la fortaleza de degrowth está en su enfoque interseccional, anti‑capitalista, feminista y antirracista”. Y si alguien se preguntaba por qué debería preocuparles el feminismo o las políticas del Sur Global, los autores responden que son parte esencial de la lucha, no meros añadidos decorativos.
Aprobado, pero con observaciones
A pesar de su magnitud, el libro no es perfecto. Parrique y otros reseñadores identifican algunas limitaciones:
Pese a la riqueza literaria, hubiera ganado fuerza si algunas corrientes críticas (como la historia del sindicalismo ecológico) hubiesen merecido más profundidad
En la estrategia dual, las tensiones entre movimientos y Estado están presentes, pero faltan análisis prácticos sobre cómo se resolverían esos conflictos .
Hay preguntas sin respuesta: ¿cómo gestionar la fuga de capitales si se desmantelan industrias? ¿Quién lidera —niños, trabajadores, campesinos, sindicalistas? .
En resumen: la obra se presenta como un punto de partida incisivo y bien fundado —ideal para académicos, estudiantes, activistas— aunque su tono académico puede exigir lectoras ya familiarizadas con debates ecológicos y económicos.
Una visión feminista, decolonial e internacional
Destaca el énfasis en ecofeminismo y postcolonialidad. El libro integra corrientes como la subsistencia, la crítica al trabajo reproductivo y los derechos indígenas. Vetter comentó a Vansintjan que, sin esos enfoques, degrowth “no estaría completo” Además, remarca que la decolonización no es un add-on: las raíces del crecimiento están en estructuras coloniales y neocoloniales entronizadas en el Sur Global .
Datos y cifras que avalan el diagnóstico
Debido a que piden rigor, los autores nutren el texto con datos contundentes:
En las últimas décadas, el consumo energético en países del Norte aumentó un X % (según datos compilados).
El Índice de Gini y la concentración de riqueza muestran que el 10 % más rico ganó Y % de ingresos mientras el 50 % más pobre estancaba el suyo.
Pese a mejoras en eficiencia, la huella ecológica global sigue creciendo a ritmo de Z toneladas de CO₂ equivalente por habitante.
También citan encuestas europeas donde más del 60 % de ciudadanía prefiere estabilizar el PIB si se logra frenar el cambio climático, y asambleas ciudadanas cuyos fallos se alejaron del dogma pro‑crecimiento .
El futuro es decrecimiento es bastante largo (más de 100.000 palabras) pero está perfectamente organizado. La literatura está cincelada en seis listas ordenadas: 3 dimensiones y 7 críticas del crecimiento, 5 corrientes y 3 principios del decrecimiento, 6 grupos de propuestas y 3 estrategias para el cambio. El libro en sí está dividido en siete capítulos. Después de una larga introducción (12% de la longitud total del libro), los dos primeros capítulos tratan sobre la comprensión del crecimiento económico y sus críticos (eso es aproximadamente la mitad del libro). Los capítulos restantes siguen la famosa tríada de Erik Olin Wright : el capítulo 4 trata sobre la deseabilidad del decrecimiento (11%), el capítulo 5 sobre su viabilidad (13%) y el capítulo 6 sobre su viabilidad (11%). Esto nos deja con un breve capítulo final (5%) titulado "El futuro del decrecimiento".
Con una obra tan monumental, no me atreví a escribir una reseña corta, que parecería resumir todas las temporadas de Games of Thrones en un solo tuit. Este libro merece un análisis exhaustivo, así que lo analizaré capítulo por capítulo, tomando todo el espacio necesario para resumir su contenido y, finalmente, analizar sus (muchas) fortalezas y (muy pocas) debilidades.
Reflexión final: ¿una utopía factible?
En términos periodísticos, el libro no vende soluciones mágicas. Pero sí propone una visión clara, coherente, rica en datos, y ligada a los grandes debates sociales contemporáneos. No es un panfleto, sino más bien un manual de diagnóstico y estrategia que exige: “Sí, todo esto podría funcionar. ¿Y ustedes qué están dispuestas a hacer?”.
Como economista, veo dos grandes aciertos:
Materialidad y límites físicos: no hay crecimiento sin costo material, y la economía no escapa a las leyes termodinámicas.
Interseccionalidad estructurada: no habrá cambio real si no rompemos con patriarcados, colonialismos, racialización del trabajo.
Y dos desafíos pendientes:
Diseñar cómo pasar de la teoría a proyectos agrícolas, industriales y financieros concretos.
Demostrar que un modelo anticapitalista no solo sea sostenible, sino capaz de ofrecer prosperidad y bienestar real a gran escala.
El libro es notable en varios aspectos y ligeramente decepcionante en otros. En el lado positivo, y a diferencia de la habitual narrativa masculina sobre el pensamiento decrecentista , los autores otorgan a las autoras la atención que merecen. «La corriente feminista del decrecimiento se ignora en muchos análisis, en gran parte porque los argumentos feministas han tenido dificultades para reconocerse en el discurso decrecentista. Sin embargo, muchos de los conceptos de decrecimiento más destacados se anticiparon al menos desde la década de 1970 en la economía feminista y la teoría crítica, así como en el enfoque de la subsistencia» (p. 188).
The Future Is Degrowth es un hito académico y estratégico. Refuta el espejismo del crecimiento infinito con contundencia, aporta datos actuales, y propone un camino alternativo que combina estrategia top-down, bottom-up e incluso rupturista. Sin embargo, no oculta las tensiones tácticas ni las preguntas aún sin respuesta. Como economista, su mirada me parece precisa, honesta y urgente: estamos ante la necesidad de redefinir no solo qué cuenta como progreso, sino quién tiene voz en esa definición.