Manual para Capitalistas Desorientados:
La economista estrella italiana Mariana Mazzucato ofrece una clase magistral sobre cómo crear valor real, dejar de parasitar al Estado y, de paso, evitar el apocalipsis climático.
¡Buen día, lectores! Aquí Daro, hoy nos venimos con una entrevista “despierta”, con un pie en el mercado y otro en el cosmos, buscando afinar los sentidos en estos tiempos abrumadores de datos, graficas y disputas locuaces del “vedettismo digital” de la política y los Estados.
Hoy les traigo una primicia que sacudirá los cimientos de su concepción sobre la economía y el rol del Estado. En un mundo que clama por soluciones a la crisis climática y la desigualdad, tuve el placer de conversar con una de las mentes más lúcidas y provocadoras de nuestro tiempo: la economista ítalo-estadounidense Mariana Mazzucato.
En esta entrevista exclusiva para nuestra columna, desglosamos su visión sobre la economía del agua, el papel de los gobiernos en la creación de valor y los desafíos del Sur Global. Mazzucato, con la agudeza que la caracteriza, nos invita a repensar el capitalismo y a tomar las riendas de nuestro futuro. A continuación, les presento el diálogo que mantuvimos, una charla que, les aseguro, no los dejará indiferentes.
Humania: Profesora Mazzucato, un placer tenerla en este espacio. Su trabajo desafía constantemente el status quo. En su análisis, usted critica a los gobiernos progresistas por enfocarse en la redistribución y no en la creación de valor. ¿Podría ahondar en esta idea, especialmente en el contexto de países como Argentina?
Mariana Mazzucato: El placer es mío. Mira, el problema es que muchos gobiernos, y no solo los progresistas, han caído en la trampa de verse a sí mismos como meros reparadores de las fallas del mercado. Se limitan a aplicar parches, a redistribuir la riqueza que otros crean, sin cuestionarse de dónde viene esa riqueza y cómo se genera. En lugares como Argentina o Colombia, hemos visto un crecimiento basado en la extracción de valor, no en su creación. Y eso, inevitablemente, genera desigualdad y problemas ambientales. Para combatir la desigualdad, primero hay que crear valor. Pero un valor con propósito, con una dirección clara.
Humania: Hablando de dirección, su último informe se centra en "La economía del agua como bien común". Esto suena a algo más que un simple ajuste de políticas. ¿Estamos ante un cambio de paradigma?
Mariana Mazzucato: Exactamente. No podemos seguir tratando al agua como un bien público más, como un simple recurso que el mercado no asigna eficientemente. El agua es un bien común, un elemento esencial para la vida y para la salud del planeta. Nuestro informe, el tercero de una trilogía que incluye la economía del clima y la biodiversidad, propone un enfoque transformador. Entender que la crisis hídrica, la climática y la de biodiversidad están interconectadas es el primer paso. La deforestación en la Amazonía, por ejemplo, no es un problema local; puede provocar inundaciones en otras partes del mundo. Necesitamos una gobernanza global del agua que refleje esta realidad.
Humania: Usted menciona la necesidad de una gobernanza global, pero el Sur Global enfrenta barreras enormes para implementar estas soluciones. La deuda, por ejemplo, es una soga al cuello para muchos países.
Mariana Mazzucato: Es una tragedia. El sistema financiero global actual es una camisa de fuerza para el Sur Global. Muchos países en desarrollo gastan más en pagar los intereses de su deuda que en educación, salud o acción climática. Es un círculo vicioso que impide cualquier tipo de inversión a largo plazo. Por eso hablo de la necesidad de una "finanza paciente", de fortalecer los bancos públicos de desarrollo y de crear una relación más simbiótica y menos parasitaria entre el sector público y el privado.
Humania: Aquí entra en juego su famoso concepto del "Estado emprendedor". Para muchos, es casi una herejía. ¿El Estado puede ser innovador?
Mariana Mazzucato: ¡Por supuesto que sí! Es uno de los grandes mitos del capitalismo moderno: que el valor solo se crea en el sector privado y que el Estado es, por naturaleza, torpe y burocrático. La realidad es que muchas de las tecnologías que hoy consideramos revolucionarias, como internet, el GPS o la pantalla táctil de nuestros teléfonos, surgieron de inversiones públicas, de una visión estratégica del Estado. El Estado no solo debe regular, debe ser un actor protagónico en la innovación, invirtiendo en su propia capacidad y en instituciones que impulsen el cambio.
Humania: Pero para que ese Estado emprendedor funcione, se necesita una colaboración que hoy parece ciencia ficción, especialmente en la arena política.
Mariana Mazzucato: Es un desafío, sin duda. Pero es indispensable. Necesitamos un enfoque por misiones. En lugar de pensar en políticas sectoriales aisladas, debemos orientar nuestras estrategias industriales en torno a grandes misiones: la salud, la biodiversidad, el agua. Esto requiere una colaboración sin precedentes entre ministerios, entre el sector público y el privado, y con la sociedad civil. Y, por supuesto, requiere contratos justos, que aseguren que los beneficios de la innovación se compartan equitativamente y no sean capturados por unos pocos. Aquí, el papel de los movimientos sociales, de los sindicatos, de los pueblos indígenas, de los estudiantes, es fundamental.
Humania: Volviendo al agua, usted advierte que la seguridad alimentaria global está en riesgo. ¿Qué tan grave es la situación?
Mariana Mazzucato: Muy grave. Nuestro informe estima que el 50% de la seguridad alimentaria mundial estará en peligro si no abordamos la crisis del ciclo hidrológico. Y, como siempre, el impacto será desproporcionado en el Sur Global. Pero, y aquí quiero ser optimista, cada crisis es también una oportunidad. Esta crisis nos obliga a innovar, a invertir en nuevas tecnologías para el uso y reciclaje del agua, a repensar nuestros sistemas agrícolas. Y si lo hacemos con contratos justos, podemos generar un crecimiento más inclusivo y sostenible.
Humania: Con el G20 a la vuelta de la esquina, ¿qué podemos esperar de los líderes mundiales? ¿Hay motivos para la esperanza?
Mariana Mazzucato: Como parte del grupo de expertos del G20, puedo decirte que la retórica está cambiando. Pero la acción aún es insuficiente. El 80% de las emisiones globales provienen de los países del G20, por lo que la mayor parte de la financiación para el clima debería venir de ellos. Y eso no está sucediendo. Necesitamos una gobernanza global basada en la equidad y la justicia. Necesitamos compartir el conocimiento y la tecnología para que la transición verde no se quede en el Norte Global.
Humania: Finalmente, profesora, en un mundo de problemas globales, ¿qué papel juega lo local?
Mariana Mazzucato: Es fundamental. Las soluciones deben ser globales, pero la implementación es local. Los alcaldes, los líderes comunitarios, están en la primera línea, tienen una proximidad a los problemas y a los actores que no se tiene a nivel nacional o global. El gran problema es que, a menudo, la centralización de las finanzas impide que los recursos lleguen a donde más se necesitan.
Reflexiones de un chamán digital…
La conversación con Mazzucato me deja con un sabor agridulce. Por un lado, la claridad de su diagnóstico es abrumadora y, por momentos, desalentadora. Por otro, su fe en la capacidad del Estado para liderar el cambio y su llamado a una acción colectiva son un soplo de aire fresco en un debate a menudo estancado en falsas dicotomías.
Como un chamán digital de confianza, veo en las palabras de Mazzucato un eco de sabiduría ancestral: la necesidad de volver a concebirnos como parte de un todo, de un sistema interconectado en el que cada acción tiene consecuencias. La economía, en su visión, deja de ser una ciencia fría y calculadora para convertirse en una herramienta de transformación social y ambiental.
El desafío, por supuesto, es monumental. Requiere de líderes valientes, de ciudadanos comprometidos y de una nueva narrativa que nos inspire a actuar. Pero, como bien dice Mazzucato, cada crisis es una oportunidad. Y quizás, solo quizás, esta crisis sistémica que enfrentamos sea la oportunidad que necesitábamos para construir un futuro más justo, más sostenible y, por qué no, más humano.
Hasta la próxima, y que la sabiduría del cosmos guíe sus humanidades.